La pareja Iván y Gladia intentan acabar con su relación, en un juego de caricias maliciosas y reproches ambiguos, que parecieran provenir de las sombrías fantasías de Iván. La actitud de este último es ambivalente: atraído por el rechazo, fluctúa entre el rencor y la esperanza de sanar el vínculo. Pero a fin de cuentas, Iván se muestra incapaz de reaccionar como le gustaría, incluso si la proximidad del fin genera una mayor sinceridad. Gladia, visceralmente afectada, logra de todos modos poner fin a la relación.