Narra el viaje a la Araucanía del ciudadano suizo-chileno Carlos Kindermann. Este viaje está motivado por la recepción de una herencia, consistente en una gran extensión de territorio en dicha zona, la que espera recibir y vender lo más rápido posible. Las circunstancias que va experimentando, sumadas a su precario estado de salud, le dejan en medio de un violento conflicto entre dos visiones de mundo. Por un lado, la visión mercantilista occidentalizada que ve en la naturaleza una fuente de explotación y enriquecimiento, y por otra, la sensibilidad de un pueblo ancestral, que la comprende como la extensión de su propia vitalidad.