Vicencio, un viejo de campo medio punketa y bueno para el trago, sufre un paro cardíaco; su hija y su nieto, a quienes no ve hace años, se hacen cargo de él y lo llevan a vivir a Rancagua. Vicencio, inválido, no se acostumbra al departamento y a su nueva rutina, pero la compañía de su nieto en vacaciones lo ayuda a sobrellevar el momento; por lo menos hasta que empiecen las clases.